Ilustración: Nataly Erazo.

Categoría Adultos

Dos veces sí, tres no

El cielo de ayer anocheció extrañamente despejado. Desde el Doce siempre vi a Santo Domingo alumbrarse con bastante rapidez. A las 7:30, la hora que acordamos, estiré la mano para bajar el breaker. Todo lo oscurecí y lo encendí dos veces. Luego, en la montaña de enfrente, vi tu calle iluminada y en ella la luz de tu casa, que se apagó y se encendió también dos veces. Anoche me dijiste que sí y el aire de hoy bajó limpio.

Estiben Valencia Agudelo, 22 años, Medellín.

Ilustración: Tobías Arboleda.

Categoría Adultos

Como un gallinazo en la noche

La vuelta con Ícaro fue distinta. Él se cansó de andar entre callejones, parchar en esquinas y jugar futbolito con arcos de piedritas. De andar con pintas y verles la cara a las cuchas de mala cara. Un día dejó de tirar carreta, se puso unas alas grandes que tenía muy bien guardadas y pensó: «Donde me vean a esta hora, me tumban». Entonces esperó que fuera de noche y se fue volando arriba, suavecito, para no destechar las casas ni despeinar a la gente, hasta que se vio como un puntico diminuto en medio de la luna toda brillante.

Santiago Gallego Franco, 36 años, Medellín.

Ilustración: Sebastián Bedoya.

Categoría Adultos

Historias negras

Esa construcción, ahí como usté la ve, no sale del piso no más. Eso pa’l fondo tiene su raíz, su oscuridad, su negramenta. Esas columnas no son hechas de cemento, sino a fuerza de chontaduro y borojó. Este negro se vino con su pica al hombro. Con su historia de mina y río. De brujos y santos. Con su músculo y su luz interior pa alumbrar huecos. Negro de oscuridades, de raíces. Negro cantor. Trabajé en los socavones del Metro de Medellín. Yo cantaba allá abajo. Otros se asfixiaban. Yo puse los huecos. Y, desde arriba, otros echaron el cascajo.

Juliana Henao Alcaraz, 27 años, Medellín.

Ilustración: María Arango.

Categoría Juvenil

¿Dónde está mamá?

¿Y si mamá no nos abandonó? ¿Y si fue un accidente que jamás hubiese vuelto? De seguro no alcanzó un taxi, el bus la dejó donde no era. Y no porque el conductor así lo deseara, sino porque mamá era [es] muy despistada y se quedó dormida. ¿Y si olvidó el camino a casa? Le apuesto a que los pájaros se comieron las migas de pan que la hacían volver. Por eso decidí seguir tirando piedras, no creo que las aves o algún otro animal quisiera piedras para cenar.

Leidy Xiomara Arias Uribe, 17 años, Itagüí.

Ilustración: Valentina Toro.

Categoría Juvenil

Entregar una carta de amor cruzando fronteras invisibles

¿Toco el timbre o solo la puerta? Si escojo el timbre, ¿entonces qué tanto lo debería presionar? ¡Ah! —se ríe, recordando las bromas de niño—. Definitivamente no debo dejarlo presionado con un chicle… Bien. ¿Y si toco la puerta? Entonces toco suave. Vacilando en voz alta, carta en mano, se da cuenta de que es sospechoso que un joven esté parado en medio de la calle a esa hora. Se dirige hacia la casa, levanta la mano, y antes de tocar la puerta con los nudillos, la toca con la cabeza. La bala queda incrustada en la puerta.

Samuel Restrepo Agudelo, 17 años, Medellín.

Ilustración: Julián Méndez.

Categoría Juvenil

Calle 34

Calle 34 La madre espera a su hijo de la guerra; ficticio como el Dios en el que se apoya cada mañana. En una banquita para ella sola, ya reservada diariamente, en la calle 34.

Ana María Toro Pérez, 16 años, Medellín.

Ilustración: Samuel Castaño.

Categoría Infantil

Amor muy animal

En la bella zona de San Sebastián de Palmitas, cierto día un gato negro se enamoró perdidamente de una yegua rosada. Cada vez que la veía le declaraba su amor. Ella le decía que la naturaleza no permitía este vínculo amoroso por diferencia de especies, el gato continuó triste. Cierta vez caminando por un tejado se encontró una hada madrina a quien pidió le concediera el deseo de ser un caballo plateado; lo que se hizo realidad. El hada dijo: « ¡Qué tan raro! esta mañana una yegua rosada me pidió que la convirtiera en una gata blanca...».

Thomas Cano Muñoz, 13 años, Medellín.

Ilustración: Lina Rada.

Categoría Infantil

Inicio y desenlace: la visita del conde Fane a Medellín

Un niño, de cabello rubio como el oro, ojos azules como el mar y piel blanca como la nieve tocó a mi puerta. Le pregunté su nombre y dijo que era el conde Fane de Inglaterra y que había elegido al azar mi casa porque quería que alguien le mostrara la hermosa ciudad de Medellín. Le dije que me llamaba Ana y lo llevé a conocer el metro, el Palacio de la Cultura, la plaza Botero; también fuimos en cable al parque Arví. Nos divertimos mucho porque algunas veces en Medellín, como en los cuentos, no hay nudo.

Ana María Ospina Giraldo, 12 años, Medellín.

Ilustración: AGC.

Categoría Infantil

Ovnis florecidos

En pleno desfile de silleteros tembló la tierra. Toda la ciudad se estremeció. De repente, el edificio Coltejer se convirtió en una nave espacial. ¡No lo podíamos creer! Mientras los extraterrestres llevaban a los silleteros de Santa Elena a la que ahora era una nave, todos corríamos asustados, desde aquel día no sabemos nada de ellos, pero cada tanto aparecen en la luna unas formas muy curiosas parecidas a las silletas y los científicos han observado un sembrado de flores en el lado más oscuro de esta.

Alejandro González Monsalve, 10 años, Medellín.