Ilustración: Laura Mejía Posada. @conga.conga

Infantil primer lugar

La tristeza del mundo

Eres un árbol, despiertas y respiras, miras tus ramas y hay muchos animales, lejos hay una cascada abajo, hay un zorro que sigue a su presa y se ve sangre, pero cuando ves el zorro está muerto, y luego un hombre lo agarra y se va. Pasan semanas cuando un árbol cae y los demás siguen cayendo, y solo estás tú, miras la antes cascada y está seca, ves tus ramas y están solas, respiras como cada mañana y no puedes, ves pasar a una señora con el zorro en el cuello y dice: «Córtenlo», y la muerte viene después.

Luciana Mesa Cortés, 13 años. Aranjuez, Medellín.

Ilustración: Hugo Vásquez | Don Repollo. @DonRepollo

Infantil segundo lugar

La cuarentena a través de la ventana

Me levanto un día más de cuarentena, abro la ventana y siento una profunda tristeza de pensar que lo que me conecta con el mundo es esa ventana, después riego las flores de colores que dan vida a esa ventana opaca, recorro mi casa en busca de un oficio que me mantenga ocupada y al final de la tarde me siento en la ventana a comerme un delicioso helado hasta que escucho que alguien dice: «Tengo gripa», y de inmediato cierro mi ventana.

Dayana Rojas Orrego, 13 años. Manrique, Medellín.

Ilustración: Mariajosé Gil Castaño | Natalia Larios Ramírez.

Infantil tercer lugar

Amigo silencioso

Y era así, como estaba en la sala de mi casa, podía ver todos nuestros movimientos e iluminaba tanto que podía ver dentro de nosotros los estados de ánimo, un día me encontraba bajita, de ánimo y la luz de la casa empezó a hacerse más bajita, no entendía por qué. Creía que me tocaría cambiar la iluminación. De repente llegó un amigo que me hizo reír mucho y la casa volvió a iluminarse como nunca; me di cuenta de que tenía un amigo silencioso: el bombillo del techo de mi casa.

Sofía Ramírez Parra, 10 años. Popular, Medellín.

Ilustración: Sara Rodas Correa. @miradademolusco

Juvenil primer lugar

Moños rojos

Ese día tenía el cabello suelto y en él dos moños rojos; el uniforme y los zapatos bien embetunados combinaban con mi inocencia. Bajaba por el sendero con apuro, pues odiaba llegar tarde a mi colegio. Llevaba, si acaso, cinco minutos caminando cuando sentí pasos tras de mí, él saludó, yo saludé, aunque mamá había dicho que a los extraños no se saluda. Ese día no llegué temprano al colegio, ni tarde, ni a tiempo, ese día no llegué, porque él me tomó de la mano y lo único que no me quitó fueron mis moños.

Valeria Londoño Morales, 17 años. Barbosa.

Ilustración: Ana López Correa. @cabizbaja_dibujos

Juvenil segundo lugar

Girasoles en la montaña

Ayer, la profe de ciencias nos enseñó del fototropismo, nos dijo que algunos organismos como los girasoles se mueven de acuerdo con los rayos del sol. En un día de niebla y cuando no hay luz se miran entre ellos para darse energía. Acá donde vivimos no tenemos agua ni luz, pero nos movemos a cualquier rayito de esperanza, nos miramos y nos abrazamos. En esta oscuridad nacen girasoles.

Sophia de los Ríos González, 14 años. Villa Hermosa, Medellín.

Ilustración: Felipe Ramírez Giraldo.

Juvenil tercer lugar

Hay que hacer

Yendo a visitar en Urabá a mi abuelo, nos detuvimos en un llamado «pare y siga». Allí había unos niños de diferentes edades pidiendo dinero y mi mamá solo nos dijo: «Hay que hacer de tripas corazón». Seguimos nuestra ruta y yo abro la ventana y veo en la distancia los plantíos infinitos de banano y plátano. De pronto veo a lo lejos tres hombres, uno con un costal en la cabeza, otro con un machete y el tercero amarrando las manos del primer hombre. Cerré la ventanilla y me dije para mis adentros: «Hay que hacer de tripas corazón».

Ada Jhanaina Hernández Marín, 16 años. Belén, Medellín.

Ilustración: Carolina Salazar. @carolitailustracion

Adulto primer lugar

Fortuna

Despierto. Descubro que aún tengo más de una hora de sueño. Duermo. Cuatro de la mañana. Queda un último trago de aguapanela caliente. El agua de la ducha no está tan fría. No llueve. Una silla disponible en el metro. Estación Universidad. Solo hay una bicicleta, el sistema de préstamo funciona. No hay fila en el puesto de salud; autorizan el medicamento de mi mamá. En el suelo un billete de cinco mil pesos, no es falso. Vendo todos los alfajores. Hoy comeremos carne.

Ana María Toro Otálvaro, 31 años. Envigado.

Ilustración: Pablo Pérez. @Pablo_Perez_Altais

Adulto segundo lugar

La última marcha

El regreso a casa era imposible. Daniel, ahorcán- dose en el deseo de maldecir, corría sin escape en medio de la asonada. Un golpe le hizo besar el suelo y los dientes fragmentados decoraron criminalmente el pavimento. El fuerte olor de la sangre le mostró las primeras moradas del exilio. Supo que empezaba a abandonar este lugar. Tras los dientes, el ojo derecho. Tuvo ganas de llorar, pero no le fue posible. Su cuerpo se retorcía como frágil bandera, pero pudo oler, en el sudor de sus verdugos, los abismos del miedo. Y lamentó, más que su vida, la de ellos.

Julián David Álvarez Arias, 30 años. Belén, Medellín.

Ilustración: Carolina Venegas R. | Mateo García C. | Maira Builes A.

Adulto tercer lugar

Un botoncito rojo

La peladita salió a trabajar temprano por la Veracruz. Tenía todavía el yincito negro desteñido con el que tiró pintica en diciembre. Se arrimó a la chaza, le vendí un cigarrillo y dos mentas. No me quiso decir por qué se había decidido. La vi cuando le cayó el primer cliente: un moreno gordo y viejo. La volví a ver como a las diez, antes de irme, subiendo al taxi con dos tipos extraños. Se le desprendió un botoncito rojo de la blusa. Todavía lo guardo como recuerdo de esa noche. Nadie volvió a verla.

Pedro Arturo Estrada Zapata, 65 años. Envigado.